Era tan breve la brisa que calma, tan corta la musa que
aviva.
Era tan tenue la luz de mi alma, era tan cierta tu simple
mentira.
Muere el poeta al ser engañado, muere la musa al ser
destapada.
Cesa la rima del canto celeste, crece la ira en los
inocentes.
Es sepultada la risa y el canto, es incesante la llama
constante.
Intransigente el acuerdo entre dos, engaño que marca, engaño
que mata.
Muere el poeta al ser engañado, muere el poeta quedando
grisáceo.
Muere la prisa, mueren las letras, mueren los llantos.
Mueren promesas fundadas en lazos.
Maricarmen Paez A.
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