miércoles, 5 de junio de 2013

El buen hijo

Ir a dormir sin pensar en lo que pienso no es dormir, mucho menos es pensar... Es el aborto de ideales que se fecundaban en mi mente, que quizás serán una de las estructuras del futuro que en este momento empiezo a forjarme...

No puedo decirle adiós a un desconocido, ni por mucha cortesía, ni por poca valentía, un adiós no es una palabra fácil, pero no entra en mi criterio de palabras complejas. Cuando nace un adiós mueren algunas esperanzas que empezaban su vida a base de ilusiones, cuando nace el adiós empiezan a desarrollarse miles de pesadumbres que permanecieron ocultas en los amaneceres de la vida, y es exactamente en el momento cuando muere el adiós en el que los escalones hacia la justicia suelen derrumbarse sin razón aparente.

Puedo ser una maestra y no dar clases, o bien, dar clases y no ser maestra, pero no por eso sería correcto aplicar "La causa justifica los medios", no por eso iré a dormir sin tener en que soñar, no por eso dejaré triunfar las nulidades de veredictos pueriles dictados por adultos confundidos con su mínimo poderío, no por eso voy a fracasar, mucho menos le daré la bienvenida al adiós cuando ni siquiera se fecundó en el óvulo del destino.

!Adiós!... No se si seas el buen hijo y te decidas a volver a casa, pero si así ha de ser no te cerraré las puertas, no pienso desfallecer antes un camino lleno de rocas que me resulta conocido pero absurdo, sin embargo... Justificable.

Maricarmen Páez A.

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